La salud de la mujer

La salud de la mujer
10.08.2018
La salud de la mujer

Los hombres y las mujeres no somos iguales biológicamente hablando. Los genes y cromosomas, las hormonas, el metabolismo, las diferencias culturales y sociales y, si cabe, también el medio ambiente, determinan una salud diferente para hombres y mujeres.

Y todos estos factores no pueden ser contemplados de forma aislada porque se influyen mutuamente. Por tanto, las interacciones entre los factores físicos y psicosociales afectan de diferente manera a la salud del hombre y de la mujer.

Aparte de las diferencias consecuentes a la maternidad, existen importantes diferencias entre hombres y mujeres en ámbitos tan diversos como el sistema inmunitario, las enfermedades autoinmunes, las enfermedades de transmisión sexual, la patología tumoral (mama, ovario, cérvix) y otras que están más relacionadas con los genes y el estilo de vida, como son la obesidad, la diabetes tipo 2, la hipertensión y, en general, las enfermedades cardiovasculares.

En edades medias aparecen trastornos, como los osteomusculartes, más prevalentes entre las mujeres y que conllevan muchas veces un empeoramiento de la calidad de vida y que se suelen presentar prioritariamente en hombros, cuello y miembros superiores y con más variedad de dolores y molestias

Los especialistas alertan del incremento de la prevalencia de eventos vasculares en mujeres y que focalizan en factores como el aumento del hábito tabáquico, un estrés elevado (que, entre otras cosas, disminuye el efecto cardioprotector de los estrógenos) y, por último, la aparente escasa atención que las mujeres prestan a este tipo de eventos en contraste con la que prestan a las enfermedades tumorales.

No sólo hay diferencias entre patologías físicas sino también existen diferencias en las afecciones mentales y en la vivencia de la enfermedad, en parte por factores psicosociales, como antes se ha reseñado. El dolor, el estrés y la forma de afrontar los acontecimientos traumáticos difieren entre hombres y mujeres. Este hecho se ha explicado muchas veces por los cambios físicos y por la carga social que las mujeres experimentan durante su vida: embarazo, maternidad, el papel de cuidadora que clásicamente se le ha asignado, etcétera. Las mujeres actuales conviven con múltiples roles y responsabilidades, los clásicos (maternidad, cuidadora) y otros modernos (profesionalización, éxito), lo que, sin duda, puede influir en el desarrollo de más estrés y depresión.

Todas estas diferencias pueden afectar a los peligros a los que se enfrentan los hombres y mujeres y cómo evaluarlos y controlarlos.

Las diferencias entre las patologías de hombres y mujeres son evidentes pero la atención al género debe formar parte de una atención personalizada, que ha de buscar establecer un plan diagnóstico y de cuidados individualizado, no solo al sexo, sino también a la farmacogenética, a la raza, al ambiente o a los valores del paciente.

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